El derecho a la intimidad no solo es uno de los derechos fundamentales, sino que, además, en nuestros días, es uno de los más vulnerados. Se han dado a conocer diferentes casos donde al quebrantarse dicho derecho, se ha generado un gran debate en la sociedad. Un ejemplo de ello ha sido una de las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que obligaba a indemnizar a cinco cajeras de un supermercado de Barcelona filmadas, ya que no se les había informado previamente de la existencia de las cámaras de videovigilancia.
A pesar de que los tribunales españoles declararon procedentes los despidos de las trabajadoras, lo cierto es que el TEDH consideraba que el derecho a la intimidad y privacidad de las cajeras había sido violado, pues no se les había informado sobre la colocación de las cámaras. Como consecuencia, el empresario del supermercado tendría que asumir el veredicto, indemnizando con 4.500 euros a cada una de ellas.
En este aspecto, el Tribunal, con sede en Estrasburgo, recuerda que los estados miembros de la Unión Europea deben tomar medidas para garantizar el respeto a la vida privada de los ciudadanos y, por tanto, se tendría que haber logrado un equilibrio entre el derecho de las cajeras y la voluntad del propietario del establecimiento.
Ley de Protección de Datos
Según señala AVERUM Abogados, una firma especializada en derecho al honor, intimidad y propia imagen, la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD) determina que siempre hay que comunicar a los interesados los lugares que están vigilados por cámaras, cuyo fin, en esta ocasión, es la supervisión del trabajo; además de advertirles de dónde pueden ejercer sus derechos sobre las grabaciones que se recogen. Asimismo, tanto las cámaras como el cartel de aviso de vídeovigilancia, deben ser visibles; algo que, en el suceso del supermercado, no se cumplía.
Y es que el dueño colocó las cámaras sin avisar, puesto que tenía dudas de que las empleadas estuviesen robando, y quiso descubrirles. No hay que olvidar que esto no es legal, y este fue el gran error del establecimiento.
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